lunes, 20 de enero de 2014

Somos iguales, amigos, hermanos.

Usted cree que somos enemigos, pero no. Somos hermanos que hemos pasado por las mismas cosas: con su hijo fuimos compañeros, jugábamos pelota.  Mi mamá se encuentra con usted en la mañana; nuestras casas son iguales, pero pintadas de diferente color. Somos hermanos, de clase si me permite un término que sé que usted odia. Por eso, nunca voy a verle como enemigo, aunque sé que usted a mí sí.
Nuestra diferencia es moral, nunca material. Tenemos las mismas expectativas de vida. Y pese a eso, usted rema del lado equivocado, siempre lo voy a considerar como un amigo, aceptando su pensamiento, pero no compartiéndolo.  Nunca voy a entender a los pobres como usted, que se alimentan y promueven los argumentos y silogismos más extraños e incomprensibles: “Si la derecha gobernara, todos seríamos ricos”, “los comunistas no creen en dios, dios es amor, por eso, los comunistas sólo tienen odio en su corazón” o “hay que votar por la derecha, son los que tienen la plata, los que saben gobernar porque dirigen empresas”. No sé si reír o llorar.
Yo pienso tan opuesto. Primero, nunca podría avalar a un gobierno de derecha, excluyente, fraudulento que le roba al pueblo.  Además, la derecha, es una bestia hipócrita que comió de un festín de fraudes y muertos, hoy lo niega, con la barriga llena y de manera hipócrita, como los sinvergüenzas que son. Y usted, usted piensa que está bien que hayan matado a sus hermanos de clase, porque andaban metidos en la guerrilla, se alegra por eso, y sigue insistiendo que era lo ideal.
Usted también es de los que comparte que dejen morir de hambre a todos los pobretones. A usted se le olvida que a los ojos de un rico, usted también cabe en esa categoría. Cuando un rico mira hacia abajo, desde la burbuja altar en que vive, mira a todos como una masa gris de flojos que quieren todo gratis.  Nos ven como usted ve a los chinos. ¿Se ha fijado en la cara de asco que ponen las señoras con tez blanca, cabello rubio y ojos azules, cuando ven a un cipote pobre vestido con ropa barata o a una cipota de cejas muy depiladas, teñida de rubia? ¿Se ha fijado cómo se ríen de la manera en que hablamos? Ellos no diferencian entre los subversivos y sus pobres.
Por una cuestión de piel, o mente, nunca podría defender a quien se ríe de mí, de los míos. Es una actitud anormal hasta con nombre científico: mal de Estocolmo. Usted padece de eso, usted defiende al matón del curso que le hace “bullying”. Usted defiende al patrón que le pega latigazos y goza de ellos. Usted es un masoquista que piensa que resistiendo sumiso, algún día va a ser enaltecido por su opresor. Pero se equivoca. Su amor por la clase alta nunca tendrá condecoración. No sea ingenuo, amigo.
La verdadera burguesía criolla nacional, se jura de sangre azul y que merecen por gracia divina gobernar este país. En esa loca teoría no cabe la meritocracia ni la democracia, tampoco cabe usted. Usted cree que ser de derecha lo eleva en la jerarquía social. Si estudiara un poco sobre ciencias económicas y sociales, se daría cuenta de lo contradictorio de su pensamiento y entendería por fin que dándole su voto a la derecha, perpetúa aún más la desigualdad social que lo separa de su paraíso millonario, del cual gracias a su pensamiento, se aleja años luz.
Fuera bueno que entendiera que por más que trabajemos toda una vida, 50 horas a la semana, el paraíso económico con el que usted sueña es imperfecto. Porque no todo en la vida es tener un plasma en el living o un carro del año, o una casa cara. Fuera bueno que dejara de quejarse tanto por las múltiples manifestaciones de grupos sociales en pro de la reivindicación y dignidad de los sectores más excluidos, a los cuales usted pertenece, pero quisiera que no existieran. 
Los inútiles y subversivos luchamos por dignidad, por una igualdad espiritual superior a la igualdad de posibilidades de consumo. Yo lucho porque lo quiero y lucho el doble para compensar que usted no luche, y me da pena y me da rabia e impotencia que no me entienda. Yo lucho  para que la niñita que le vende calendarios en el bus vaya a una escuela y tenga una buena educación, sus zapatos, uniforme, desayuno,  para que le despierten el espíritu crítico, que le enseñen del mundo y sus cosas horrendas y hermosas.
Aunque la tele nos muestre como violentos y enojados, la rabia que nos mueve nace de un amor profundo, conmovido por un mundo ultrajado. “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”, dijo un hombre que usted odia, pero que tenía infinita razón. Yo lo quiero amigo, lo quiero y sufro por usted, porque le da la espalda a sus hermanos de clase y se cuadra como el verdadero enemigo. Créame que si las utopías que laten en mi corazón se concretaran, nunca más estaríamos en polos opuestos y yo a usted ya no tendría que decirle, despectivamente, que es un triste ingenuo, un pobre de mente y de bolsillo.
Pienso en una sociedad más justa, en dónde no nos enemistemos por el simple hecho de pensar diferente, en dónde no vertamos frases o consignas de odio hacia nuestros hermanos, en donde no nos demos duro entre pobres, por simples cuestiones que poco valen la pena a la larga, tomando en cuenta que para el rico, usted y su defensa hacia su actuar, poco o nada valen. Ya despegue de la pared a ese "héroe" asesino de sacerdotes, deje de pensar que en efecto el es inocente, y que si lo hizo él, en efecto estuvo bien. Ya deje de odiar a su vecino porque se puso una camisa roja, porque porta una con la foto de Monseñor Romero o el Ché Guevara, comience a razonar y deje de enorgullecerse porque fue un mal llamado "oreja" o parte activa de ORDEN, deje de odiar, deje de cantar ese himno de muerte y violencia, piense que ni en un millón de años para el rico usted será notorio, inicie leyendo un buen libro, créame amigo, ser de izquierda no significa no creer en Dios, muy por el contrario de ello, para nosotros los de izquierda, es importante crear una base social en la cual cada uno de nosotros tenga lo necesario para subsistir, desarrollarse como persona, y sobre todo forjarse un futuro de progreso y dignidad social. No somos enemigos, al contrario, luchamos porque inclusive sus nietos, vivan en una mejor sociedad, porque de igual manera, los consideramos hermanos.