miércoles, 13 de noviembre de 2013

Campaña sucia de la derecha empobrece la política y lesiona la democracia.

En días recientes nuestro país ha sido testigo de varias denuncias sin respaldo, buscando desacreditar a algunos candidatos a las elecciones 2014.

Algunas de estas acusaciones llegaron a ciertos medios de comunicación provocando viralización de los temas entre los ciudadanos que utilizan redes sociales. Ante esto, parecería que estamos frente a indicios de las primeras manifestaciones de campañas sucias de nuestro proceso electoral. 

Las campañas sucias y negativas, independientemente del efecto que tengan en términos de destrucción del adversario o de daño a su reputación y credibilidad, son realmente perversas también para quienes las promueven.

Actualmente podemos observar que quienes utilizan estos métodos corrosivos, son grupos pertenecientes a una de las derechas mas oscuras y peligrosas de latinoamérica, si, la de nuestro país. En una democracia como la nuestra no sería la primera vez que se presente una campaña sucia. Cuando se plantea un campaña electoral hay tres espacios, la campaña positiva, negativa y sucia.  La campaña positiva, es sin duda, la que la mayoría de la gente desea, porque se trata de la discusión en el fondo. Con las otras el límite es poco tangible.”

La negativa sería aquella que señala las debilidades del otro candidato; sin embargo, podría caerse en la campaña sucia. “La campaña sucia es la que le hace más daño a la política nacional, porque se cubren con un manto de anonimato en donde se dicen cosas sacadas de contexto o no tienen relevancia”

En la medida que se acerca la cita de la ciudadanía con las urnas los pronunciamientos partidistas se internan por el terreno lodoso de la descalificación y la guerra sucia. Que la honra del que utiliza esta forma de comunicación política se afecte no es la peor consecuencia de toda esa guerra mediática.  A pesar de ser cierto que las campañas negativas sirven para contrastar muy claramente las posiciones de los candidatos, al perderse la argumentación, la calidad del debate, la propuesta y simplemente proponer la negatividad se empobrece la política. Por ahí leí que “Las campañas negativas no son tan efectivas como parecen, sino que lesionan el conjunto de la política democrática”. Lo negativo y lo sucio tienen paredes muy débiles y es muy fácil cruzarlas, y detrás de ese comportamiento se lesiona el conjunto de la política. 

Las cada vez más recurrentes acusaciones por parte de los partidos de derecha que hasta hace no mucho ejercían una especie de cogobierno en el país prefiguran un empeño de ambos por intoxicar a los ciudadanos y por generar animadversión entre éstos hacia el respectivo rival político, de cara a los comicios. 

Sería improcedente –y además es imposible– desacreditar de antemano todas esas acusaciones (dependiendo de dónde vengan) en la medida en que pueden aportar elementos valiosos de información a la ciudadanía, y porque ponen en perspectiva algunos de los vicios y rasgos ocurrentes en el ejercicio del poder, como la discrecionalidad y la opacidad con que se conducen los recursos públicos o la sospecha siempre latente de una colusión entre las autoridades y los estamentos delictivos. Haciendo énfasis en el hecho de que hacer publica cierta información sobre el mal proceder de el rival, en relación a haber cometido o participado en actos de corrupción, no pueda considerarse como campaña sucia, siempre y cuando, se pueda probar que lo dicho en efecto sea real.

Pero ese efecto colateral, por positivo que resulte, no alcanza para legitimar las verdaderas campañas sucias, cuyo objetivo no es el esclarecimiento y la fiscalización del poder público, sino el golpeteo político, y cuyos efectos perjudiciales para la vida republicana son conocidos: tienden a igualar en un amasijo repulsivo, a ojos de la población, a los distintos grupos de la clase política; alimentan la desconfianza generalizada hacia representantes populares, aspirantes y partidos y, más que estimular el voto ciudadano, generan apatía y falta de interés de los electores y profundizan la brecha existente entre éstos y sus gobernantes.

En tal circunstancia, corresponderá a la ciudadanía no dejarse contaminar por estos ataques, que no van únicamente hacia cierto sector de izquierda, mas bien es un duro golpe a la inteligencia del pueblo y a ese sentido critico, libre y soberano propio de cada habitante, asimilar críticamente los elementos de juicio que éstos puedan aportarle, mantener una postura ecuánime y reflexiva frente a ellos, y evitar, en esa medida, que la degradación que se observa en la clase política invada todos los ámbitos de la vida pública.

La derecha en El Salvador desesperada y en un intento irracional, cae bajo y utiliza de manera retrograda estos métodos por medio de los cuales se descalifica, se crean falsos rumores y un ambiente divisionista de desconfianza generalizado, que incluso a la larga se puede revertir en contra de ellos quienes la practican. 

Los candidatos de la derecha solo se interesan por el poder; sin importar proponer ideas claras que motiven al electorado, eso sin duda alguna es dañino, nos hace retroceder y no evolucionar como sociedad democrática. 

Al final, las “campañas sucias ensucian a quién quieren ensuciar y también a quién inicia la campaña, golpea tanto al que emite la falsedad como al que es atacado. 

Por eso usted amigo y amiga que emitirá el sufragio, recuerde votar quien propone proyecciones accesibles de cumplir, vote por un conjunto de programas, vote por la mejor planilla, por quien le ofrezca los mejores ministros, por los mas decentes, no siempre quien tiene más títulos tiene las mejores intenciones, no siempre el que habla mas y con mejor tono de voz, es quien es mas honesto, no se confundan, recuerde quienes si se han acordado de realizar programas sociales en beneficio de los mas pobres, no vote por aquellos mentirosos, por los que se basan en argumentos injuriosos y sucios para poder desarrollar su campaña electoral.



lunes, 11 de noviembre de 2013

Campaña sucia vs propuestas sostenibles.

"Nuestra democracia se forja en forma de injurias". La frase no es una muestra del desencanto ante las manifestaciones que se difunden por la red, en forma anónima que tratan de denigrar candidatos con afirmaciones sin sustento. 

Han pasado muchos años y persiste la sensación de que la campaña se vuelve sucia. En realidad, cambian las formas, pero la vieja pelea entre la campaña rastrera y la campaña de altura se mantiene vigente. La diferencia estriba, acaso, en que Internet y las redes sociales permiten que las informaciones que antes circulaban en rumores en las esquinas, posteriormente en volantes, impresos, periódicos y eventualmente en programas de radio y televisión, ahora tienen más facilidades para esparcirse.

Sin embargo, lo primero en esta materia es liberarse de falsas apariencias. Lo primero, todo el mundo clama por campañas limpias y de altura, pero pocos realmente las aprecian. Si en un debate prevalecen propuestas, suele tildarse de "aburrido". Los programas de gobierno son leídos por un porcentaje bajísimo de la población, la misma que suele lamentarse por "la falta de ideas".

Ante ello, surgen variedades de formas de hacer campaña que solo se pueden gestar a la sombra. Van desde la calumnia a la mentira, desde estirar la realidad hasta disfrazarla, desde camuflar afirmaciones sin sustento como denuncias, y alegar que hay conspiraciones para encubrir, precisamente, la falta de evidencias. Por ello deben recubrirse con el anonimato o enmascarando la fuente de procedencia de la información, tal cual sucede en nuestro país, como lo hemos visto, no desde hace poco, mas bien desde el pasado, desde muchos años atrás  campaña tras campaña, sectores recalcitrantes de la derecha mas oscura y retrograda, plantean de forma irreverente campañas des-informativas, de engaño, de miedo, de mentiras, pensando que de tal forma, se puede lograr sacar raja política electoral menoscabando la integridad y la imagen del contendiente, sin tomar en cuenta que como pueblo no necesitamos esa clase de campañas, que no queremos ser parte de campañas negativas, oscuras, violentas y peligrosas. Se trata de menospreciar la inteligencia del pueblo, pensando que aun somos tontos, que si vamos a creer en sus mentiras, que votaremos por su candidato que no propone nada nuevo, mucho menos bueno, pero si ataca, critica y se aferra desmesuradamente a esa clase de campañas oscuras. 

Las campañas sucias solo tienen el efecto que los electores le quieren dar. Si los ciudadanos son críticos y las rechazan, simplemente se vuelven apenas una anécdota. Pero si los ciudadanos caen en el vicio de las historias sin sustento, en no filtrar la información, pues es posible que la campaña sucia empiece a ser la protagonista, en detrimento de las opciones verdaderas que están sobre la mesa: "quiénes son, quienes los acompañas, cuál es la forma de pensar de sus partidos". Acá en El Salvador, la gente apenas comienza a reconocer esas formas retrogradas de hacer campañas negras de desprestigio, de medias verdades, en donde el electorado se ve sometido y engañado en ocasiones, a veces votando hasta por miedo, miedo infundado, sin fundamente lógico. 


Es un asunto de madurez política. Democracias maduras, requieren electores pensantes, críticos. Que no se limiten a pedir campañas limpias, sino que sean protagonistas del proceso, pidiendo datos, cuestionando, buscando información y analizándola. Por supuesto que es más sencillo limitarse a esperar que otros hagan el trabajo. Pero es el costo de la democracia.  La responsabilidad no puede endosarsele a otros, a menos que socavar la institucionalidad sea indiferente para el votante. Por ello, en este caso podemos decir que el pueblo tiene la campaña que se merece. La que decide validar.

Nosotros queremos campañas pro-positivas, de altura, de respeto, sostenibles, en donde se involucren cuestiones culturales, patrimoniales, de aprendizaje continuo, donde se creen espacios para todos, en donde todos queramos participar. No queremos someternos a sistemas injuriosos en cuanto a formas de realizar campañas electorales. 

Recordemos, la derecha en El Salvador desde tiempos inmemoriales nos ha venido engañando, con conceptos como el comunismo, Cuba, Venezuela, Hugo Chavez, Rusia, en fin, no olvidemos nunca que quienes mas utilizan esos medios, son los que menos proponen y son los que mas daño le han hecho a El Salvador.

Es más complicado que todo lo que hemos mencionado, por supuesto, pero en el fondo, hay una realidad irrefutable. La diferencia entre una campaña sucia y una campaña limpia es cada uno de nosotros. Usted, yo, todos.