lunes, 5 de agosto de 2013

Acepta las ideas de los demás, es sencillo.

Usualmente en el diario vivir, ya sea de manera personal o vía redes sociales iniciamos discusiones un tanto estériles en las cuales cada quien reafirma su postura y la defiende férreamente independientemente se tenga o no la razón. Es interesante conocer las distintas posturas, cada uno creyendo ser el dueño de la verdad absoluta, llevando en ocasiones estas discusiones a puntos netamente extremos, radicalizando posturas, menospreciando la idea del adversario, sin promulgar una mejor y mas viable. 

 Inicialmente, al encontrarse con una persona que piense de  manera distinta a nosotros, rápidamente se nos viene a la mente, que esa persona piensa de manera equivocada, que promulga  una ideología distinta a la nuestra y en el fondo hasta insidiosa y negativa para nosotros; En ese mismo instante iniciamos con una practica sumamente nefasta, pero que hasta el día de hoy, lo seguimos haciendo, si, la "descalifación" del adversario, alegar que la otra parte es ignorante  o que ni siquiera conoce con lo que comulga.

 Definitivamente se me hace difícil el hecho de poder simpatizar con una persona que no se mantenga en la misma línea de pensamiento que la mía, y lo digo por experiencia personal, es complicado retomar las ideas del otro por muy buenas e innovadoras que sean. Dicho lo anterior, no quiero dejar un sabor equivocado, no trato de decir que todo lo que se dice es bueno, no, no es eso, lo que trato de argumentar es el hecho de saber como llevar a cabo un sano debate, respetando las posturas distintas, sin insultar, sin menoscabar, sin optar  por una postura radical y lesiva para la contra parte. 

Con esto no trato de plasmar un argumento un tanto insidioso que describa como debemos de comportarnos a la hora de debatir con una persona que no piense como nosotros, en relación a que no debemos de confrontar ni comportarnos de forma hipócrita adjudicando la razón a quien para nosotros no la tenga, la cuestión es debatir sanamente, sin irrespeto, sin engaño, sin altanería y sin "hipocresías".

Los ideales se defienden sin olvidarse de los principios y valores fundamentales a la hora de forjarnos como actores de la sociedad, sin comportarnos como seres hipócritas que afirman aceptar distintas ideas y posturas, hasta aparentando  hacerlo ante la palestra publica, pero en el interior únicamente pensando la manera como desvirtuar la postura y las ideas de los demás como suele suceder en la mayoría de ocasiones.

La Hipocresía entre figuras de la alta esfera "político-partidaria" se suele dar, figuras antagónicas que no se toleran ni un poco, debatiendo aparentemente con mucha cordialidad y sensatez. Figuras que piensan distinto, aparentemente respetándose públicamente pero internamente no soportándose, con esas sonrisas mentirosas, con esos buenos deseos hipócritas, en fin, como dicen por  ahí, son gajes del triste oficio cotidiano. 


 







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