miércoles, 28 de agosto de 2013

Recuerdos.

Siempre suelo recordar viejos amigos, a los grandes amigos con los que he disfrutado de la vida desde la infancia, hasta mi actual edad adulta. Siempre me agrada recordad viejas anécdotas, en mi mente, como una especie de diario que con imágenes me llevan hacia ese presente que ahora es pasado.

Hoy que te vi me acorde de vos, de mi gran amigo de la infancia, me acuerdo cuando te conocí, con aquella camisa de El Salvador y con esa calzoneta Adidas verde, con rayas blancas, con aquellos zapatos viejos, ya hasta rotos, cansados de tanto jugar pelota en la calle. Recuerdo tu rostro siempre sonriente, con hambre siempre, casi nunca llorabas, a pesar que a tu corta edad ya habías pasado cosas terribles en tu entorno familiar, pues recuerdo muy bien cuando tu padre los dejo por hice a la montaña a luchar por una vida mas digna como decían en aquellos días, lo recuerdo perfectamente; tu mamá lavaba ajeno, siempre llegaba tarde a tu casa, por eso es que vos siempre pasabas conmigo, comías en la casa, tomabas leche en mi casa, mi papá te decía "mister" siempre, jamás te llamo por tu nombre, nunca te sentías mal me acuerdo, el ambiente era bueno, suponiendo que vos en ocasiones pasabas solo en tu casa. Una noche de agosto, lo tengo presente como si hubiese sido ayer, llego la terrible noticia que tu padre había caído muerto en combate, allá por Las Flores, vos tenías doce años y yo diez. Ese día me conmoviste, pues el hecho de que tu padre se hubiese ido me hacía sentir mal por vos. Vos estabas vichito aun y yo igual, pero recuerdo que ya leíamos libros sobre la historia de El Salvador, siempre nos gustaba hacer énfasis en la insurrección y masacre del "32", desde muy jóvenes tuvimos esa percepción de que en El Salvador no vivíamos en un estado soberano de igualdad y mucho menos de libertad. Veíamos a los soldados que se nos quedaban viendo con esa cara de odio, como queriendo desaparecernos por ser niños con libros. Una noche luego de jugar pelota, me acuerdo que llegaron por la casa ellos, llegaron y se llevaron a Julio y su hermano Chico, esa fue la ultima vez que los volvieron a ver. Eran tiempos difíciles, no podías moverte con libertad, todo era malo para ellos, la vida no valía nada, te mataban por cuestiones de "malas lenguas" a veces; Así pasaron algunos años, me acuerdo que tenías quince años, cuando motivado por esas ideas fundamentadas en aquellos libros que habías leído te ilusionaste de mas y decidiste involucrarte en aquella organización que luchaba por lograr un El Salvador mas igualitario, libre de represión, con oportunidades para todos, tengo en mi mente ese día que me lo dijiste, me dieron ganas de llorar, porque eras como el hermano que nunca tuve, me sentí triste porque sabía que en lo que te estabas metiendo no era algo sencillo, porque supuse que no te volvería a ver, pues en el campo de batalla, las cosas se ponen duras y las oportunidades son mínimas. Me acuerdo de vos el día que te fuiste, no se para donde, te comenzaba a crecer la barba y el bigote, físicamente comenzabas a madurar pero en tu cabeza ya tenías ideales bien fundamentados y no se diga tu conciencia social, me acuerdo cuando te fuiste, cuando te uniste a la lucha compañero. Días pasaron, es mas, pasaron 7 meses, estaba triste porque no sabía nada de mi compañero de la tierna infancia, hasta que tuve noticias de tu persona vía otro amigo que andaba metido en lo mismo que vos, me informo que seguías en pie de lucha.

Realmente cada vez que se me vienen a la mente ciertas cosas que viví, me da nostalgia, cada que recuerdo esa serie de hechos de mi pasado suspiro y desearía poder estar de nuevo ahí, espiritualmente me reconforta el hecho de saber que tengo una historia que contar, que soy parte de la historia.

Me acuerdo la vez aquella que nos encontramos en aquel restaurante de la capital, te veías distinto amigo, con ese acento como promulgando armonía pero a la vez nostalgia, me dio felicidad verte, disfrute mucho de la platica que tuvimos, sobre todo, porque sabía que era el encuentro con aquel amigo al cual yo creía ya haber perdido, desde el momento que te uniste a la causa. Tenías esa barba larga, esas gafas oscuras y esa personalidad imponente, que en principio hasta me pareciste irreconocible, pues realmente te habías convertido en un gran luchador social, eras parte de aquella insurrección que estaba peleando por lograr ese El Salvador de ensueño. Hablamos por un momento y por seguridad nos separamos luego de media hora, nos despedimos y te perdiste por aquella calle sin retorno, yo me acuerdo que portaba un libro sin pasta, pues hablaba sobre Teología de la Revolución y en medio de las paginas una foto borrosa de Monseñor Romero, los soldados me pararon en la esquina de la embajada de USA pero como no podían leer, no supieron entender el argumento de aquel libro.

Unos días después, apareciste en fotografías, entre un grupo de personas parte de la guerrilla, me di cuenta que aquel cipote de mi barrio, mi amigo de la tierna infancia, se había vuelto importante, todo un líder de cierta zona, me dio gusto, tus ideales se habían personificado en vos y los habías materializado en tu lucha, aparte de todo me dio gusto saber que seguías bien, siempre en pie de lucha.

La lucha se alargo por años, tu juventud se quedo en los cerros, sus ideales vueltos lucha se hicieron parte de la historia de mi país. A medida que el tiempo transcurría el fin era inminente, las opciones de paz se hicieron grandes a tal punto que se volvieron realidad. El proceso tan ansiado de pacificación llego y vos fuiste parte amigo, habías sobrevivido a esa lucha, talvez, solo talvez podríamos retomar aquella amistad siendo adultos. 

Un día te fui a buscar y hablamos un rato, parecías otro, cambiado, con ropa limpia, con barba siempre, pero con una mirada de satisfacción de la cual yo me pude percatar, pues te conocía amigo. Con el tiempo me fui dando cuenta que aquella lucha de la cual vos habías sido participe, había dado sus frutos, teníamos una sociedad mas libre, ya podíamos andar música de los guaraguaos en el carro, sin escondernos, hasta con camisas de Monseñor Romero, sin miedo alguno, me sentí orgulloso de vos, recordé las ocasiones en que te había colaborado en cuestiones mínimas. Un día llegaste a la casa, te vi venir, por aquella misma calle por la cual en múltiples ocasiones habíamos jugado pelota con piedras como metas, me dio alegría ver que visitabas a aquel viejo amigo. Llegaste a mi casa y venías con aquella señora con falda y tenis blancos, la que aparecía en los documentales de la guerrilla, esa figura reconocida a todas luces, me impresiono eso. Luego de la guerra seguimos en la lucha, por crear una sociedad mas incluyente e igualitaria, yo mas que vos, yo seguí con mis ideales, mas que ideales, con mis principios, siempre a favor de los excluidos, tratando de crear conciencia social en un sector amplio de la población, darles a conocer cuales eran sus derechos como ciudadanos, en que consiste la igualdad, a tal punto que mi persona llego a ser muy reconocida a nivel social, tuve la oportunidad de ser parte estructural de un partido político del cual vos eras parte amigo, ambos luchamos en otros planos, era otra coyuntura social, logramos muchas cosas, fuiste vos quien me propuso para ser postulado para aquel cargo público de elección popular, fuiste vos el que me apoyo en un inicio, llevamos ese nuevo reto a una nueva victoria, sólo que esta vez en el plano electoral, salimos triunfadores, yo con mis principios y mis ideales y vos mas que todo con ese deseo imponente de lograr una victoria.

Paso el tiempo y esa amistad se volvió una disputa por lograr notoriedad, el con su pasado en la lucha armada y yo con mi presente en las filas del partido, cercano al pueblo, con ideas nuevas. Sentía mi amigo que estaba perdiendo terreno ante el pueblo y que un aparecido como yo se ganara la confianza, uno que por temor no había tomado un fusil, uno que no había estado luchando de cerro en cerro en el pasado conflicto. Los ánimos se llegaron a caldear tanto que nos volvimos rivales políticos en el mismo partido, el con sus influencias dentro de la estructura, tenía de la mano a los mandos medios, los que organizaban los procesos internos, mientras que yo solo contaba con el apoyo popular de casi todo el pueblo. Cierto día nos vimos envueltos en una pugna por ver quien era el ungido, por ver quien sería el representante de nuestro partido en el parlamento, el haciendo uso de sus influencias se agencio el puesto y yo me tuve que ver relegado a un segundo plano, a sabiendas que las cosas no habían sido transparentes, la gente se dio cuenta y mi amigo se gano el repudio del pueblo. A pesar de ello en la contienda mi amigo y rival político, tuvo mi apoyo, lo acompañe toda la contienda, lo hice con la ilusión de que haría un gran papel. Con el tiempo, la victoria electoral se logro y ese ex guerrillero, se convirtió en un representante popular en el parlamento. Transcurridos algunos meses, en nuestra estructura partidaria inicia un nuevo movimiento, denominados "Renovadores", para nosotros, los que teníamos cimentados verdaderos principios e ideales, eran unos traidores, que al final terminaron poniéndose de lado de los enemigos del pueblo, entre ellos mi amigo de la infancia. Había dejado a un lados sus principios y había optado por el camino de la ambición, al final ese grupo abandono los ideales que habían fundamentado aquella causa, olvido los verdaderos principios, el porque luchar y por quien hacerlo, pudo mas el dinero y el deseo de poder. 

Un día luego de haber sido expulsados de mi partido encontré a mi amigo, iba en su automóvil 4x4 nuevo, nos encontramos y volteo su mirada hacia otra parte. Desde ese día me siento que me gane su repudio total, el suyo y el de los suyos. Esa bella amistad había terminado, siempre resiento eso, a veces quisiera ser el amigo de antes, pero realmente la situación en la cual nos vimos envueltos, fue determinante para concluir esa amistad de infancia.








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