martes, 30 de julio de 2013

Mercadotecnia y la imagen del "Che" Guevara.

Más de cuarenta años después de su muerte, Ernesto Guevara, el guerrillero argentino que combatió por la revolución cubana y denostó el capitalismo, genera jugosas ganancias a la industria publicitaria como icono revolucionario y símbolo de rebeldía. 

Su imagen de guerrillero desaliñado, su leyenda de joven rebelde y su trágica muerte, han contribuido a alimentar el mito nacido tras su ejecución a manos del Ejército boliviano y de la CIA, en octubre de 1967. 

Muchos se preguntan si el Ché se habría convertido en un icono revolucionario si no hubiera sido atractivo o si el cubano "Korda" no hubiera tomado la popular fotografía en la que aparece con la mirada perdida y un halo místico. 

Sea como fuere, nadie puede poner hoy en duda su popularidad. El nombre de Ernesto Guevara tiene más de dos millones de entradas en el portal de internet Google, y su imagen ha dado la vuelta al mundo en camisas, gorras y otros objetos. 

La imagen del "Guerrillero Heroico , como se le conoce en Cuba, tomada por el fotógrafo cubano Alberto Díaz (Korda) en mayo de 1960, cuando Guevara era ministro de Industria en Cuba, es probablemente la más reproducida del mundo y se ha convertido en el símbolo de la revolución por excelencia. 

En la foto, captada durante el funeral por las víctimas de un atentado contra el barco francés La Coubre en el puerto de La Habana, Guevara aparece con boina, con mirada soñadora, barba y pelo revuelto, con un aire de Jesucristo moderno. 

Defensor de la lucha armada, mas cuatro décadas después de su muerte el Ché se toma como ejemplo en los movimientos pacifistas y no son pocos los famosos que se han rendido al encanto de su estética. 

La industria del cine lo ha inmortalizado en los rostros de Antonio Banderas, Gael García y Benicio del Toro; Madonna se colocó una boina estilo Guevara para hacer publicidad de su álbum "American Life"; Carlos Santana apareció en una gala de los Oscars con una camiseta con su imagen; Maradona se lo tatuó en un brazo y "Swatch" sacó al mercado un reloj de pulsera inspirado en su figura. 

El cubano Gustavo Villoldo, ex agente de la CIA residente en Miami, ha ido más allá y ha decidido subastar un mechón de pelo del "Che" y documentos que ha guardado como reliquias desde que hace cuarenta años participó en su captura. 

La familia de Guevara lamenta la utilización comercial de la imagen del guerrillero y considera que personajes como Villoldo no son más que "mercenarios" que intentan aprovecharse del mito. 

Pero ni siquiera la Cuba comunista, el país donde comenzó a forjarse su leyenda como guerrillero, ha podido quedarse fuera del negocio global del Ché. 

Los souvenirs con la imagen del guerrillero son los más solicitados en las tiendas de recuerdos de la isla, las monedas y los billetes de 3 pesos cubanos con su rostro se venden en la calle en divisas a los turistas incautos e incluso un conocido portal de internet cubano oferta calendarios, camisetas y boinas con su rostro. 

Aunque en la isla, el negocio del recuerdo del Che es monopolio del Estado desde primeros de año, cuando se comunicó a los artesanos particulares que no podrían seguir vendiendo objetos con la imagen de Guevara y de la bandera cubana, que ahora sólo se comercializan en tiendas estatales. 

"Sin duda el Ché era el más vendido y la gente sigue preguntando por él, más que por Fidel", asegura una artesana de la feria próxima a la Catedral. 

Fuera de la capital, el Mausoleo de Santa Clara (unos 300 kilómetros al este de La Habana) se ha convertido en punto de peregrinación para simpatizantes de la revolución y curiosos que aprovechan su paso por Cuba para conocer detalles de la vida del guerrillero argentino. 

Más de dos millones de visitantes, según cifras oficiales, han pasado por el Museo, creado en 1997 junto al Mausoleo donde reposan los restos de Guevara. 

Izquierda latinoamericana reivindica el mito del Ché. 

Aventurero, romántico e idealista para unos, intransigente y violento para otros, la figura del Ché desata aún encendidas polémicas, aunque defensores y detractores reconocen que se ha convertido en un mito para millones de jóvenes, especialmente entre la izquierda latinoamericana. 

Pese a los mas de cuarenta años transcurridos desde su muerte, no hay movilización juvenil o protesta antigloblización que no evoque la figura del Ché como símbolo de rebeldía. 

Pocos podían imaginar que un médico argentino, nacido en el seno de una familia acomodada y asmático desde su infancia, llegara a convertirse en una leyenda revolucionaria tras ser ajusticiado en Bolivia en 1967. 

El viaje en motocicleta que realizó a los 23 años, junto con su amigo Alberto Granados, le permitió descubrir el continente, desde Argentina, Chile y Perú, hasta Colombia y Venezuela. 

En 1953 puso rumbo a Guatemala, donde se incorporó al Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) y vivió el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz provocado por Estados Unidos. 

La caída de Arbenz tuvo una fuerte influencia en el pensamiento político de Guevara, que abandonó Guatemala y se trasladó a México tras la invasión de las tropas de EEUU. 

Fue en Ciudad de México, en 1955, donde conoció al joven Fidel Castro, que preparaba desde el exilio la expedición del yate Granma con la que iniciaría la revolución en Cuba. 

La sintonía política y personal que se estableció entre ambos llevó a Guevara a sumarse a la aventura de Castro para derrocar al dictador Fulgencio Batista. 

Sin embargo, no fue Cuba su último puerto. Tras el triunfo de la revolución, y después de hacerse cargo del Banco de Cuba y del Ministerio de Industria, comenzó a gestar la idea de lanzar una "revolución continental" que quiso estrenar en Bolivia. 

Arropado por medio centenar de guerrilleros cubanos, argentinos, peruanos y bolivianos, Guevara combatió en la clandestinidad en 1966 en las montañas de Bolivia, pero sus tropas fueron mermadas y fue capturado por el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967 en la quebrada de El Churo, en el centro del país, y ejecutado un día después. 

Nacía así el mito del Ché. 

"Me siento patriota de América Latina, de cualquier país de América Latina, en el modo más absoluto, y tal vez, si fuera necesario, estaría dispuesto a dar mi vida por la liberación de cualquier país latinoamericano, sin pedir nada a nadie", anunció en la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1964, tres años antes de ser ejecutado en Bolivia. 

Desde entonces, su imagen ha sido una constante en las movilizaciones de izquierda de todo el mundo, desde el movimiento zapatista surgido en el estado mexicano de Chiapas, a las sucesivas ediciones del Foro brasileño de Porto Alegre pasando por las protestas contra las reuniones del G-8 donde se dan cita los mandatarios más poderosos. 

Algunas de las consignas que se le atribuyen -"es preferible morir de pie que vivir de rodillas" y "seamos realistas, hagamos lo imposible", entre las más populares - han quedado como lemas en el repertorio de la izquierda latinoamericana. 


"Me he sentido guatemalteco en Guatemala, mexicano en México, peruano en Perú, como me siento hoy cubano en Cuba, y naturalmente como me siento argentino aquí y en todos los lados, ese es el estrato de mi personalidad, no puedo olvidar el mate y el asado", dijo en enero de 1959, poco después del triunfo de la revolución cubana. 

Y Argentina tampoco no ha olvidado ese "estrato" de la personalidad del Ché, que 40 años después de muerto es considerado por sus compatriotas como el mayor político y personaje histórico del país del siglo XX, por delante de otro icono argentino, Evita Perón, de acuerdo con una reciente encuesta. 

La vocación de trotamundos de Guevara le permitió tener una dimensión de América Latina "no académica, no teórica, no política abstracta, sino desde abajo", en palabras del escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, para quien la "irreverencia" del Che ha sido un factor fundamental para que su figura haya resistido al desgaste del tiempo. 

"El Che era aventurero en el sentido de poner por delante el riesgo y no el cálculo en el riesgo, romántico al poner por delante la visión del deber ser a la racionalidad del es, y vagabundo en el sentido de que le picaba el culo debajo del asiento", aseguraba recientemente el escritor mexicano, autor de una de las más importantes biografías del Ché.





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