martes, 26 de febrero de 2013

La posición de la Iglesia en relación a la desigualdad social.


La posición de la Iglesia
La Rerum Novarum:
La Iglesia fue llamada a definirse sobre la llamada cuestión social a fines del siglo pasado, cuando en pleno auge del liberalismo y de las doctrinas socialistas, se expide el Pontífice León XIII, dando cuerpo a la Encíclica Rerum Novarum, en el año 1891. Esta Encíclica tuvo gran trascendencia a nivel mundial., pues va a realizar una crítica profunda de las doctrinas liberales y socialistas, poniendo de relieve la dignidad del hombre y la justicia social y agregando un verdadero programa de acción social, que propone como solución a los conflictos de la época.
 Hoy la Doctrina Social de la Iglesia se encuentra más vigente que nunca.
La Enciclíca comienza reconociendo la existencia y gravedad de la cuestión obrera, de la que dice: "No se halla ya cuestión alguna, por grande que sea, que con más fuerza que ésta preocupe los ánimos de los hombres". Distingue también, con claridad, los cambios económicos que la han generado: el desarrollo de la industria, con las nuevas relaciones sociales que implica, acompañado de la acumulación de las riquezas en pocas manos y el empobrecimiento de la multitud. Esto, junto con el "afán de las novedades" y "la corrupción de las costumbres", han hecho estallar la guerra entre las clases. Grandes son los temores a las consecuencias de esta lucha de clases: "Peligrosa es una contienda que por hombres turbulentos y malicios, frecuentemente se tuerce para pervertir el juicio de la verdad y mover a sediciones a la multitud". La gran preocupación es, entonces, la estabilidad del orden social. "Vemos claramente, y en esto convienen todos, que es preciso dar pronto y oportuno auxilio a los hombres de la ínfima clase, puesto que sin merecerlo, se hallan la mayor parte de ellos en una condición desgraciada e inmerecida".
Frente al socialismo, la Encíclica formula la propuesta católica, que se asienta sobre ciertos presupuestos básicos: 1) La desigualdad entre los hombres es de origen natural y, en consecuencia, inevitable, 2) El sufrir y padecer es inherente a la condición humana, y nunca podrá desarraigarse por completo, 3) La vida presente sólo es un tránsito hacia la verdadera vida, posterior a la muerte física, 4) Las clases sociales no son por su naturaleza, enemigas, sino que se requieren y se complementan, siendo posible y deseable su concordia.
Entre otras cosas, en ella la Iglesia dice:
"En la sociedad civil una es e igual la condición de las clases altas e ínfimas, porque son los proletarios, con el mismo derecho de los ricos y por su naturaleza ciudadanos, es decir, partes verdaderas y vivas de que, mediante las familias, se compone el cuerpo social, por no añadir que en toda ciudad es la suya la clase sin comparación más numerosa. Pues como sea absurdísimo cuidar de una parte de los ciudadanos y descuidar otra, se sigue que debe la autoridad pública tener cuidado conveniente del bienestar y provecho de la clase proletaria; de lo contrario violará la justicia que manda a dar a cada uno su derecho"
"La competencia no tiene en cuenta a la caridad",
"Acentúa la división en clases de la sociedad y concentra el poder en unos pocos económicamente poderosos"
"La producción y el comercio de todas las cosas están casi del todo en manos de pocos, de tal suerte, que unos cuantos hombres opulentos y riquísimos han puesto sobre la multitud innumerable de proletarios un yugo que difiere poco de los esclavos".
Otros documentos de la Iglesia:
La realidad, frente a nuestra aspiración de justicia, nos propone una contra cara. La Injusticia Social. El Concilio del Vaticano II decía: "Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario, algunos, aún en los países menos desarrollados, viven en la opulencia o malgastan sin consideración. El lujo pulula junto a la miseria. Y mientras un pequeño grupo de hombres dispone de amplísimo poder de decisión, otros están privados de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuencia en condiciones de vida y trabajo indignas de la persona humana ("Gaudium et Spes", N° 63)
Quizás la máxima injusticia ocurre cuando a una persona o a un grupo se lo trata - o se lo abandona - como si no fueran humanos; las numerosas formas de esta situación, la Iglesia las describe como fenómenos de la marginación.
En la crítica de la Iglesia al sistema neoliberal cabe destacar el intenso hincapié que hace en lo que respecta a la injusticia social, puesto que para la Iglesia este sistema produce en gran parte: el desempleo, la marginación, la desigualdad social, etc. El Pontífice actual, Juan Pablo II, en el discurso inaugural, Santo Domingo, N° 15, dice: " Naciones, sectores de la población, familias y multitudes de personas sumidas en la pobreza, víctimas del hambre y las enfermedades, carentes de vivienda digna, de servicios sanitarios, de acceso a la cultura. Todo ello es testimonio elocuente de un desorden real y de una injusticia institucionalizada, a lo cual se suman a veces el retraso en tomar medidas necesarias, la pasividad y la imprudencia, cuando no la transgresión de los principios éticos en el ejercicio de las funciones administrativas, como es el caso de la corrupción.
El sistema neoliberal niega que la solidaridad social sea una obligación por la que el hombre alcanza su fin transcendental: la ideología liberal considera "las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como un fin y un criterio más elevado del valor de la organización social"
"Acentúa el liberalismo y las libertades personales hasta desconocer la justicia social".
"La ideología liberal cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder"



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