En el caso de que persistan las dudas, los invito a re-pensar en el ideal de una sociedad democrática-participativa.
Deliremos un poco, atrevámonos a incurrir en otros paisajes. Eliminemos la historia un momento y dejémonos seducir por otro contexto: “miles de jóvenes se toman los espacios públicos, manifiestan una nueva política, los registros electorales no dan abasto, desde pequeños aprenden y desarrollan su sentido de pertenencia al entorno y sociedad, múltiples agentes de cambios consecuentes con sus ideales, comprometidos, empoderados y sensibles frente a las injusticias sociales, un capital “político” desbordante con voz y voto, propulsores de una sociedad incluyente, democrática y participativa, identidades colectivas heterogéneas idóneos de derechos, obligaciones y deberes...”
En consideración a este planteamiento seríamos testigos de una sociedad más ajustada a la praxis de sujetos políticos y no objetos de estos últimos. Concibiendo que “el motor elemental de la dinámica participativa se reduce a las relaciones entre las diferentes personas, grupos, asociaciones, servicios, y administraciones que actúan e interactúan en el proceso, llegando al punto neurálgico del mismo: la participación.
Participación - ciudadanía - decisiones políticas.
Sin participación no hay proceso, no hay cambios reales o, mejor dicho, los cambios serán el producto de las decisiones de otros y nosotros seremos simples receptores de las consecuencias de estas decisiones.
Por consiguiente es susceptible realizar ciertas preguntas que nos den luces del fenómeno en particular. ¿Qué grados de participación activa, se interpreta en los planos sociales por parte de los estratos más jóvenes? ¿Realmente existe participación juvenil en las decisiones políticas? ¿Qué sabemos o presenciamos de aquello?... y lo más paradójico aún ¿Están interesados realmente en participar de este tipo de sociedad?
Las inquietudes pueden seguir sumando en esta cadena de reflexión. Sería fácil trasladar la discusión a la posible "culpabilidad” del garante de nuestros derechos, el Estado y sus modelos. La crítica precisamente se efectúa a la “forma”, de cómo se materializan estos procesos participativos, donde la dinámica que envuelve estos modelos, pareciese ser que se justifica netamente por medio de las cuotas consultivas, participativas, encuestas e instrumentos prescritos.
A saber, en este dispuesto, el viejo lema “gobernar para el pueblo y con el pueblo” ha mutado negativamente, asomándose en toda su magnificencia la palabra poder. Un poder mal canalizado, incompatible en varias ocasiones con las verdaderas necesidades de los jóvenes, descontextualizado, dogmatico e inflexible.
El desafío es arduo, sin embargo, en El Salvador, la gran mayoría de los jóvenes no ha logrado entender aún la importancia de la participación en su amplio espectro, menos aún dimensionar su impacto en el desarrollo país. Condicionalmente en todas sus esferas es un componente esencial de la democracia, como forma de organización social y de gobierno.
La posibilidad de contribuir en la trasformación de nuestra realidad y nuestro bienestar social, se vincula con la capacidad de fomentar la co-participación de las unidades sociales, Estado y ciudadanía, cimientos necesarios para la construcción de una sociedad inclusiva e incluyente. La participación es una actividad práctica-reflexiva en todos sus atributos, al mismo tiempo ejerce una identidad colectiva y promueve la capacidad de autogestión del actor o sujeto social.
Desafíos próximos.
- Superar las barreras de la estigmatización, desconfianza, desinterés y la percepción negativa de la política actual. Es imperioso desperfilar aquel paradigma para así generar bases solidas con jóvenes en busca de diálogos políticos.
- A falta de representatividad es urgente buscar y renovar nuevos líderes o dirigentes jóvenes que impulsen y limpien lo desgastada de la política actual, socializando con sus pares respecto a la vitalidad, viabilidad, urgencia de su participación, en los diversos planos sociales.
- Apoderarse y fructificar de los espacios locales, comunales o regionales, de modo que se establezcan actividades culturales, deportivas, recreacionales, entre otras. El puente de acceso a una permanente sensibilización social la que tiene como propósito general incentivar a la población juvenil a formar parte de la agenda pública.
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