miércoles, 17 de abril de 2013

Regalar pescado-Enseñar a Pescar-Desarrollo Social.




Una de las frases que más escuchamos cuando se generan programas sociales o proyectos que proveen alguna asistencia a beneficiarios es;  “No hay que regalarles el pescado sino enseñarles a pescar”.


Suena muy bien y tiene mucha lógica. Muchas personas la repiten y la creen fervientemente.
Lo que sucede es que muchos de los que la repiten fervientemente aprendieron a pescar mientras alguien les regalaba pescado. Algunos aprendieron a pescar (con licenciaturas, maestrías o doctorados) mientras su familia tuvo la oportunidad de darles el pescado a diario. Frito, a la plancha, a la parrilla o con diferentes tipos de salsas, condimentos y platos complementarios.  Así es muy fácil decir que a “los demás” (muchas veces van agregados adjetivos como haraganes) no hay que regalarles pescado. Que aprendan a pescar (producir) y que no sean una carga para el Estado.
Cuando tenemos un porcentaje alto de la población en pobreza, pobreza extrema, o desnutrición (aguda y crónica) es complicado decirles que les vamos a enseñar a pescar (lograr que lleguen por lo menos a primaria que de poco les sirve para ganarse la vida) y si se mueren por enfermedades, desnutrición o algo más no es problema. Total ya son muchos y tienen muchos hijos. Ese es el tipo de comentario que podemos escuchar o leer con frecuencia acerca de este tema.
Si supieran que es mejor negocio apoyar para que salgan de la pobreza muchos de los olvidados y marginados por la sociedad. No solo porque no tendríamos que seguir regalándoles el pescado sino que además obtendrán una mejor capacidad adquisitiva. Si, yo preferiría que estuvieran de acuerdo por solidaridad (aunque ahora pareciera mala palabra) e identidad con personas que tienen menos oportunidades que nosotros, pero si no se puede, me conformo con que lo hagan por las mismas razones egoístas que hoy esgrimen para no ayudarlos. Su beneficio personal o de sus empresas. Que lo hagan para venderles más producto porque tienen más disponibilidad en la bolsa.
No es problema regalar pescado, mientras se aprende a pescar; cuando la ayuda va encaminada a que la gente tenga herramientas para “que aprendan a pescar”, entonces es factible esperar un progreso. A una familia pobre se le puede dar dinero, condicionando que los hijos dejen de trabajar y estudien una carrera, se pueden ofrecer becas, e inclusive alimento para que la gente más necesitada esté en condiciones físicas para salir adelante. Pero esta ayuda deberá estar condicionada para asegurarse que vaya encaminado a generar independencia en los ayudados, y no codependencia.
En los países desarrollados el sistema benefactor funciona (con sus bemoles), por que en gran parte procura que la gente esté en las condiciones propicias para salir adelante por medio de derechos laborales, seguro social, seguro para el retiro y otras muchas prestaciones. Por eso en los países europeos, a pesar de que muchos tienen la vida resuelta, siguen buscando crecer; y en cambio en los países latinoamericanos y africanos, el que recibe dinero, se queda estancado.
Un estado de bienestar es fundamental, para el optimo desarrollo de una sociedad, obtener mejores niveles económicos, culturales, educacionales, políticos, etc. El problema recae circunstancialmente, en que para la Derecha Salvadoreña todo esto planteado anteriormente se conceptualiza dentro de una palabra demasiado dura como es el "Despilfarro". Aducen que todo programa social en beneficio de las masas con menores capacidades adquisitivas, con bajos niveles económicos, no es vital para el desarrollo de un país, muy por el contrario, cierra toda posibilidad de ayuda hacia ellos, recrudeciendo su nivel de vida, algo difícil de entender para el que vive de manera paupérrima, mas sin embargo, fácil de entender para aquel burgués que lo ha tenido todo en la vida siempre.


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