lunes, 11 de noviembre de 2013

Campaña sucia vs propuestas sostenibles.

"Nuestra democracia se forja en forma de injurias". La frase no es una muestra del desencanto ante las manifestaciones que se difunden por la red, en forma anónima que tratan de denigrar candidatos con afirmaciones sin sustento. 

Han pasado muchos años y persiste la sensación de que la campaña se vuelve sucia. En realidad, cambian las formas, pero la vieja pelea entre la campaña rastrera y la campaña de altura se mantiene vigente. La diferencia estriba, acaso, en que Internet y las redes sociales permiten que las informaciones que antes circulaban en rumores en las esquinas, posteriormente en volantes, impresos, periódicos y eventualmente en programas de radio y televisión, ahora tienen más facilidades para esparcirse.

Sin embargo, lo primero en esta materia es liberarse de falsas apariencias. Lo primero, todo el mundo clama por campañas limpias y de altura, pero pocos realmente las aprecian. Si en un debate prevalecen propuestas, suele tildarse de "aburrido". Los programas de gobierno son leídos por un porcentaje bajísimo de la población, la misma que suele lamentarse por "la falta de ideas".

Ante ello, surgen variedades de formas de hacer campaña que solo se pueden gestar a la sombra. Van desde la calumnia a la mentira, desde estirar la realidad hasta disfrazarla, desde camuflar afirmaciones sin sustento como denuncias, y alegar que hay conspiraciones para encubrir, precisamente, la falta de evidencias. Por ello deben recubrirse con el anonimato o enmascarando la fuente de procedencia de la información, tal cual sucede en nuestro país, como lo hemos visto, no desde hace poco, mas bien desde el pasado, desde muchos años atrás  campaña tras campaña, sectores recalcitrantes de la derecha mas oscura y retrograda, plantean de forma irreverente campañas des-informativas, de engaño, de miedo, de mentiras, pensando que de tal forma, se puede lograr sacar raja política electoral menoscabando la integridad y la imagen del contendiente, sin tomar en cuenta que como pueblo no necesitamos esa clase de campañas, que no queremos ser parte de campañas negativas, oscuras, violentas y peligrosas. Se trata de menospreciar la inteligencia del pueblo, pensando que aun somos tontos, que si vamos a creer en sus mentiras, que votaremos por su candidato que no propone nada nuevo, mucho menos bueno, pero si ataca, critica y se aferra desmesuradamente a esa clase de campañas oscuras. 

Las campañas sucias solo tienen el efecto que los electores le quieren dar. Si los ciudadanos son críticos y las rechazan, simplemente se vuelven apenas una anécdota. Pero si los ciudadanos caen en el vicio de las historias sin sustento, en no filtrar la información, pues es posible que la campaña sucia empiece a ser la protagonista, en detrimento de las opciones verdaderas que están sobre la mesa: "quiénes son, quienes los acompañas, cuál es la forma de pensar de sus partidos". Acá en El Salvador, la gente apenas comienza a reconocer esas formas retrogradas de hacer campañas negras de desprestigio, de medias verdades, en donde el electorado se ve sometido y engañado en ocasiones, a veces votando hasta por miedo, miedo infundado, sin fundamente lógico. 


Es un asunto de madurez política. Democracias maduras, requieren electores pensantes, críticos. Que no se limiten a pedir campañas limpias, sino que sean protagonistas del proceso, pidiendo datos, cuestionando, buscando información y analizándola. Por supuesto que es más sencillo limitarse a esperar que otros hagan el trabajo. Pero es el costo de la democracia.  La responsabilidad no puede endosarsele a otros, a menos que socavar la institucionalidad sea indiferente para el votante. Por ello, en este caso podemos decir que el pueblo tiene la campaña que se merece. La que decide validar.

Nosotros queremos campañas pro-positivas, de altura, de respeto, sostenibles, en donde se involucren cuestiones culturales, patrimoniales, de aprendizaje continuo, donde se creen espacios para todos, en donde todos queramos participar. No queremos someternos a sistemas injuriosos en cuanto a formas de realizar campañas electorales. 

Recordemos, la derecha en El Salvador desde tiempos inmemoriales nos ha venido engañando, con conceptos como el comunismo, Cuba, Venezuela, Hugo Chavez, Rusia, en fin, no olvidemos nunca que quienes mas utilizan esos medios, son los que menos proponen y son los que mas daño le han hecho a El Salvador.

Es más complicado que todo lo que hemos mencionado, por supuesto, pero en el fondo, hay una realidad irrefutable. La diferencia entre una campaña sucia y una campaña limpia es cada uno de nosotros. Usted, yo, todos.




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